viernes, 4 de junio de 2010

LA ORACION




La oración es el esfuerzo de comunicarse con Dios o con otra deidad o espíritu, ya sea para ofrecer pleitesía, hacer una petición o simplemente expresar los pensamientos y las emociones personales. Dependiendo de la religión puede ser una o varias de estas formas:

Una simple devoción o práctica piadosa (que el orante puede hacer privada o públicamente, individual o colectivamente, en una circunstancia especial o no).
Una parte de un rito que puede recitar el oficiante o toda la comunidad (como la misa cristiana).

LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ

Por la señal de la Santa Cruz,
de nuestros enemigos
líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.

PADRE NUESTRO

· Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

EL AVEMARÍA

· Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

GLORIA

· Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

EL CREDO

Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor;
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos;
subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo;
la Santa Iglesia Católica,
la Comunión de los Santos;
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne;
y la vida eterna.
Amén.

*****

Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del Cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por quien todo fue hecho;
que, por nosotros los hombres
y por nuestra salvación bajo del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras
y subió al cielo
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una , santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

LA SALVE

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.


SEÑOR MÍO JESUCRISTO

Señor mío Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío;
por ser vos quien sois, bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido,
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia,
propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia
que me fuera impuesta. Amén.


OH SEÑORA MÍA

¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía!
Yo me ofrezco enteramente a Vos;
y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro,
oh Madre de bondad,
guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén.

ANGELUS

-El ángel del Señor anunció a María
-Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo
Avemaría

-He aquí la esclava del Señor
-Hágase en mí según tu palabra
Avemaría

-El Verbo de Dios se hizo carne
-Y habitó entre nosotros
Avemaría

-Ruega por nosotros Santa Madre de Dios
-Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración
Infunde Señor tu gracia en nuestras almas para que los que por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu Hijo, por su pasión y su Cruz seamos llevados a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo Nuestro Señor.

REINA DEL CIELO

-Alegrate Reina del cielo; aleluya.
-Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

-Resucitó según predijo; aleluya.
-Ruega por nosotros a Dios; aleluya.

-Gózate y alégrate , Virgen María; aleluya.
-Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Oración
Oh Dios que por la resurrección de tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por intercesión de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la Vida eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
Amén.

SANTO ROSARIO

Misterios de gozo (Lunes y Sábado)

1. La Encarnación del Hijo de Dios (Lucas 1:26-38).
2. La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel (Lucas 1:39-53).
3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén (Lucas 2:6-19).
4. La Purificación de Nuestra Señora (Lucas 2:22-40).
5. El Niño perdido y hallado en el Templo (Lucas 2:41-52).

Misterios de luz ( Jueves)

1. El Bautismo en el Jordán (cf. Mt 3, 17 par.)
2. La autorrevelación en las bodas de Caná (cf. Jn 2, 1-12),
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión (cf. Mc 1, 15), (cf. Mc 2. 3-13; Lc 47-48),
4. La Transfiguración (cf. Lc 9, 35 par.)
5. La institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual (Jn13, 1)

Misterios de dolor (Martes y Viernes)

1. La Oración del Huerto (Mateo 26:36-41).
2. La Flagelación del Señor (Juan 18:36-38; 19:1).
3. La Coronación de espinas (Marcos 15:14-17; Mateo 27:24-30).
4. La Cruz a cuestas (Juan 19:17; Lucas 9:23).
5. Jesús muere en la Cruz (Juan 19:25-30).

Misterios de gloria (Miércoles y Domingos)

1. La Resurrección del Señor (Marcos 16:6-8).
2. La Ascensión del Señor (Mateo 28:18-20; Hechos 1:9-11).
3. La Venida del Espíritu Santo (Hechos 2:1-4).
4. La Asunción de Nuestra Señora.
5. La Coronación de María Santísima.



Entre cada misterio se puede rezar:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Concluidos los cinco misterios, se reza:
Dios te salve María, Hija de Dios Padre,
llena eres de gracia...
Dios te salve María, Madre de Dios Hijo,
llena eres de gracia...
Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo,
llena eres de gracia...

Letanías de Nuestra Señora
V/ Señor, ten piedad R/ Señor, ten piedad
V/ Cristo, ten piedad R/ Cristo, ten piedad
V/ Señor, ten piedad R/ Señor, ten piedad
V/ Cristo, óyenos R/ Cristo, óyenos
V/ Cristo, escúchanos R/ Cristo, escúchanos
V/ Dios Padre celestial R/ Ten misericordia de nosotros
V/ Dios Hijo, Redentor del mundo
V/ Dios Espíritu Santo
V/ Trinidad Santa, un solo Dios
V/ Santa María R/ Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de la Vírgenes
Madre de Cristo
Madre de la Iglesia
Madre de la divina Gracia
Madre purísima
Madre castísima
Madre virginal
Madre sin corrupción
Madre inmaculada
Madre amable
Madre admirable
Madre del buen consejo
Madre del Creador
Madre del Salvador Ruega por nosotros
Virgen prudentísima
Virgen digna de veneración
Virgen digna de alabanza
Virgen poderosa
Virgen clemente
Virgen fiel
Espejo de justicia
Trono de la Sabiduría
Causa de nuestra alegría
Vaso espiritual
Vaso digno de honor
Vaso insigne de devoción
Rosa mística
Torre de David
Torre de marfil
Casa de oro
Arca de la Alianza
Puerta del Cielo
Estrella de la mañana Ruega por nosotros
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores
Consuelo de los afligidos
Auxilio de los cristianos
Reina de los ángeles
Reina de los patriarcas
Reina de los Profetas
Reina de los Apóstoles
Reina de los Mártires
Reina de los Confesores
Reina de las Vírgenes
Reina de todos los Santos
Reina concebida sin pecado original
Reina elevada al cielo
Reina del Santísimo Rosario
Reina de la familia
Reina de la paz
V/ Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
R/ Perdónanos, Señor.
V/ Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
R/ Escúchanos, Señor.
V/ Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
R/ Ten misericordia de nosotros.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desoigas nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todos los peligros,
Virgen gloriosa y bendita.
V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R/ Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que, los que por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo, por su Pasión y su Cruz,
seamos llevados a la gloria de la Resurrección.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día,
alma vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.

ACORDAOS

Acordaos, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia,
reclamando vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos.
Animado por esta confianza a Vos también acudo,
oh, Madre, Virgen de las Vírgenes,
y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no despreciéis mis súplicas,
antes bienlíbranos de todos los peligros,
Virgen gloriosa y bendita.
V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R/ Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que, los que por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo, por su Pasión y su Cruz,
seamos llevados a la gloria de la Resurrección.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día,
alma vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.

ACORDAOS

Acordaos, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia,
reclamando vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos.
Animado por esta confianza a Vos también acudo,
oh, Madre, Virgen de las Vírgenes,
y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no despreciéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Así sea.

VISITA AL SANTÍSIMO

-Viva Jesús Sacramentado
-Viva y de todos sea amado
Padrenuestro. Avemaría. Gloria
(3 veces)
Comunión espiritual .

COMUNIÓN ESPIRITUAL

Yo quisiera, Señor, recibiros
con aquella pureza, humildad y devoción
con que os recibió
vuestra Santísima Madre;
con el espíritu y fervor de los santos.

HIMNO A JESÚS SACRAMENTADO

Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.

Al juzgar de ti se equivocan
la vista, el tacto, el gusto,
pero basta el oído para creer con firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios;
nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.

En la Cruz se escondía solo la Divinidad,
pero aquí se esconde la humanidad;
sin embargo, creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vio Tomás,
pero confieso que eres mi Dios:
haz que yo crea más y más en ti,
que en ti espere y que te ame.

¡Memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que da la vida al hombre:
concede a mi alma que de ti viva,
y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, Pelícano bueno:
límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús , a quien ahora veo oculto,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro cara a cara,
sea yo feliz viendo tu gloria. Así sea.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso en nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven oh Santo Espíritu, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados y renovarás la faz de la tierra.
Oración
Oh Dios que has instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos según el mismo Espíritu conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN AL ÁNGEL CUSTODIO

Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares,
ni de noche ni de día,
no me dejes solo que me perdería.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Feliz y bienaventurado José, a quien le fue concedido no solo ver y oír al Dios, a quienes muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo.
Ruega por nosotros bienaventurado José.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, se nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tu, Príncipe de la milicia celestial, arroja con el poder divino, a Satanás y a los otros espíritus malvados , que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén.

BENDICIÓN DE LA MESA

Bendícenos Señor a nosotros y a estos alimentos que por tu bondad vamos a tomar.
Amén.

El Rey de la eterna Gloria nos haga partícipes de la mesa celestial.
Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS

Te damos gracias omnipotente Dios por todos tus beneficios, tu, que vives y reinas, por los siglos de los siglos.
Amén.
El Señor nos de su paz.
Y la vida eterna.
Amén.

JACULATORIAS

Las jaculatorias son oraciones vocales breves que ayudan a mantener la presencia de Dios a lo largo del día. Son palabras de amor, expresión de cariño vivo que salen espontáneamente. Puede servir aprenderse algunas de memoria:
- Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo.
- ¡Señor mío y Dios mío!
- Corazón Dulcísimo de María, prepárame un camino seguro.
- Auméntame la fe, la esperanza y la caridad.
- Santa María, Madre del Amor Hermoso, ayuda a tus hijos.
- Jesús, Hijo de Dios, apiádate de mí que soy un pecador.
- Corazón de Jesús, en Vos confío.
- No se haga mi voluntad sino la tuya.
- Reina de la paz, ruega por nosotros.

EL AÑO LITURGICO.




Definición

La Liturgia es el culto ofrecido a Dios, por medio de Cristo y su Iglesia. La celebración del misterio cristiano, se realiza a través del tiempo, cada año se conmemoran los principales acontecimientos de la intervención de Dios y su salvación en la historia del hombre.
Dios ha entrado en la historia humana para realizar un plan de salvación que culmina en la Muerte y Resurrección de Cristo; Dios --Jesucristo-- ha entrado en el tiempo del hombre y lo ha santificado. El hombre, por tanto, celebra cada año, los acontecimientos de la salvación que trajo Jesucristo.

El Año Litúrgico es la celebración - actualización del misterio de Cristo en el Tiempo; es decir, la celebración y actualización de las etapas más importantes del desarrollo del plan de salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que nos mete progresivamente en el misterio de la salvación; que los cristianos recorremos para realizar en nosotros este plan divino de amor que apunta a que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tm 2,4). Quien ha estudiado la historia de salvación, comprenderá la importancia del Año Litúrgico en su caminar hacia el Padre.

El eje sobre el cual se mueve el Año Litúrgico es la Pascua. Por lo tanto la principal finalidad consiste en acompañar gradualmente al hombre hacia una conformación auténtica de Cristo, muerto y resucitado.

El Año Litúrgico no puede ser un calendario de fechas que se recuerdan con cierta solemnidad, sino un camino de fe; camino que se ha de recorren como en "espiral", creciendo en la fe cada año, con cada acontecimiento celebrado; creciendo en el amor a Dios y a los hermanos; creciendo en seguir y parecerse cada vez más a Cristo hasta llegar a configurarse con Él, -el hombre perfecto-.

Tiempos fuertes:

Este itinerario de fe, que acompaña en forma progresiva al cristiano hacia la vivencia auténtica de Cristo, tiene varias etapas:
Una preparación en el Adviento, como tiempo de despertar en la fe en vista del encuentro con el Señor.
Una aceptación de Jesús Salvador en la Navidad y mayor conocimiento de Él, mediante el estudio y la meditación.
Una purificación personal durante la Cuaresma para llegar a la vivencia pascual de Cristo Muerto y Resucitado.
El vértice de todo es la Pascua, con el gran triduo de la Vigilia Pascual, que mete al hombre en el misterio principal de nuestra Redención: la Resurrección de Jesús.

La celebración de la Pascua dura cincuenta días, precedida por cuarenta días de preparación, -cuaresma- terminando con la efusión del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.

Estos son los llamados "tiempos fuertes" del Año Litúrgico. Además hay otras treinta y cuatro semanas que constituyen el llamado Tiempo Ordinario o Común. En este tiempo no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo, sino que se procura profundizar el sentido del conjunto de la Historia de Salvación, sobre todo a través de una contemplación continua y fundamentalmente cronológica del mensaje bíblico vivido en su desarrollo progresivo.

Otras fiestas
En el Año Litúrgico existen otras celebraciones mucho más conocidas por el pueblo y que tienen su importancia aunque en forma secundaria respecto de las anteriores. Son fiestas en las que se celebra a la Virgen María y a algunos santos; están íntimamente relacionadas al misterio pascual: la Virgen María es el fruto más espléndido de la Redención, y de los demás santos la Iglesia proclama el misterio pascual cumplido en ellos.

No son fiestas ajenas a Cristo o que distorsionan la religiosidad del pueblo, sino que son de ayuda para comprender y vivir el misterio pascual de Cristo, por el cual ha llegado a nosotros la salvación.

Cristo, al fundar la Iglesia, la entregó a los apóstoles y a sus descendientes para que se ocuparan de su crecimiento, dándoles los mismos poderes que el Padre le había otorgado a él: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20,21). Por eso, las celebraciones litúrgicas que ahora tenemos en el transcurso de un año, no son de institución inmediata de Cristo, sino fruto de su actuación por medio de la Iglesia.

Desde un principio la Iglesia empezó a honrar la memoria de los cristianos que habían ofrecido la vida para testimoniar su fidelidad a Cristo. Teológicamente el culto a los mártires está relacionado con el Misterio Pascual de Cristo. San Jerónimo, en el año 404 escribía: "Honramos las reliquias de los mártires para adorar a Aquel de quien son mártires".

Proceso histórico
Hubo un proceso histórico para que el Año Litúrgico quedara formado como ahora lo conocemos.

Cuando los Apóstoles comenzaron su predicación, lo hicieron en torno a la Resurrección del Señor –la Pascua- este acontecimiento histórico y trascendente: "Cristo, quien fue entregado por nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificación" (Rom 4,25); era lo que los apóstoles anunciaban a la gente, junto con las enseñanzas y vida de Jesús. La Pascua para los cristianos es fiesta no de un día de la semana, sino de toda la vida.

Según datos históricos, la celebración de la "Cena del Señor", que es la actualización del Sacrificio de Cristo, era cotidiana para los primeros cristianos (Cf. Hch 2,42-46; 5,42), aunque también era semanal, que no coincide con el sábado de los judíos, sino con el primer día de la semana, día de la Resurrección del Señor (Cf. 1Cor 16,2; Hc 20,7).

Lo que antes se le denominó "Primer Día de la Semana", luego se le llamó "Día del Señor" o "Domingo" (Cf. Ap 1,10) En otros idiomas se le llama "Día del Sol", esto es histórico también, pues se encuentra en el año 165, que le llamaban así porque en la Creación, con el Sol se disipan las tinieblas, igual que con la Resurrección de Jesús se disipan las tinieblas de la muerte.

La tercera etapa consiste en la celebración anual de la Pascua. La primera pascua anual se celebró en Jerusalén hacia el año 135. En Roma se inició esta celebración solemne unos treinta años después.

Al final del siglo III, el día de Pascua se prolonga con un período de cincuenta días. Como una fiesta tan grande exigía una preparación, así como el Domingo tuvo una preparación en las vísperas (vigilia), también la celebración grande de la Pascua tuvo su tiempo de preparación en la Cuaresma.

Anunciar y exaltar la Resurrección del Señor, llevó a los primeros cristianos a una mejor comprensión del misterio de la salvación. Comprendieron que para llegar a la Pascua, fue necesario toda una vida que tuvo un inicio en el tiempo. Por lo que se comenzó a conmemorar en torno a la Pascua, la fiesta de la Navidad –el nacimiento de Jesús-.

Las celebraciones de las fiestas de Navidad y Epifanía, tuvieron sus orígenes en el siglo IV. Y, como sucedió para la Pascua, se sintió la necesidad de un tiempo de preparación que se llamó Adviento. Este período anterior a la fiesta de Navidad, aparece en Roma a mediados del siglo VI. Más adelante este tiempo de preparación se perfiló como un tiempo de espera, como una celebración solemne a la esperanza cristiana abierta hacia el Adviento último del Señor, al final de los tiempos.

Esquema del Año Litúrgico

Inicio del Año Litúrgico
Adviento
4 domingos

25 diciembre – 6 enero
Navidad
2 domingos

Domingo siguiente al 6 enero
Epifanía
1 domingo

Lunes siguiente
Tiempo Ordinario
5 a 9 semanas

Miércoles de Ceniza
Cuaresma
40 días

Jueves Santo a Sábado Santo
Vigilia Pascual
3 días

Centro del Año Litúrgico
Domingo de Resurrección
PASCUA
50 días

Siguiente domingo
Pentecostés
1 semana

Siguiente domingo
Tiempo Ordinario
21 a 25 semanas

Último Domingo Ordinario
Cristo Rey
Término del Año Litúrgico

Parábola de las diez jóvenes (Mateo 25:1-13; Marcos 13:35, Lucas 13:25)
Me he dado cuenta de que esta parábola trae un mensaje que por lo menos yo no había notado. Además de lo que ya sabemos, del descuido y la diligencia como opuestos en la vida, un tercer elemento que se percibe en este relato es la asertividad.
Todos hemos leído esta parábola, o la hemos oído en la iglesia los domingos. Nos habla de dos actitudes muy comunes en la vida: la previsión versus el descuido y la vagancia. Las primeras novias saben cómo prepararse para la llegada del novio. Buscan sus lámparas, y se proveen de aceite necesario para encenderlas en caso de que se les gaste el que llevan. En cambio, las otras, a las que algunas versiones de la Biblia llaman, "las necias," se acuestan sin proveerse de lo necesario. Claro, cuando llega el momento, les piden a las que tienen.

En términos espirituales, este aceite del que habla Cristo es la gracia. Nuestra lámpara encendida simboliza la espiritualidad que hemos alcanzado. Para mantener viva esa llama, nos proveemos de ese aceite que incluye la misa, la asistencia a los sacramentos como la reconciliación y la comunión, los ejercicios espirituales, la meditación diaria, la evasión de la tentación, etc. Todo esto es a lo que se refiere Cristo con ese aceite con el que llenan la lámpara las jóvenes diligentes. Las necias en cambio se conforman con tener la lámpara y lo que Dios ha puesto allí sin ellas volverlo a llenar. Cada uno de nosotr@s tiene algo divino que debe hacer crecer con todo aquello de lo que hablamos. La parábola nos está diciendo que si no hacemos buenas obras ni mantenemos la gracia, ni siquiera la intercesión de otros logrará que entremos al Reino de Dios. No me refiero a que alguien se sacrifique por nosotros, porque eso sí rendirá fruto. Me refiero más bien a que la gracia es algo personal que no se puede transferir. Mi gracia es mi gracia, Dios no te la va a acreditar a ti. Yo puedo interceder con mi oración para que Dios te dé la oportunidad de reformar tu vida y ganarte la gracia, pero no te puedo dar la mía. A eso se refiere la parábola. La gente necia es la que se cree que puede robarse el cielo con la gracia de otros. Eso no será así. Dios te pide: darte quiere.

En la vida cotidiana, sabemos de gente como estas jóvenes necias. Gente que se roba las ideas de otros, y las pasan como si fueran suyas. Gente que se roba la identidad de trabajadores honestos para agenciarse el seguro social o las pensiones. Gente que funciona como hipócritas religiosos para que piensen bien de ellos, mientras viven vidas de pecado y de delito. Much@s se aferran a la compasión de gente buena que se cree que los ayudan y los dejan hacer lo que sea. A veces en las clases hay estudiantes que dejan que otros se copien de sus exámenes, porque "él o ella no pudo estudiar." En otros momentos dejan pasar a alguien mientras están en un embotellamiento, alguien que se ha metido por el paseo, haciendo algo ilegal, y no ha querido esperar su turno. Las incidencias son múltiples. Nos vemos acosados por gente así casi todos los días. Y uno les toma compasión, porque "un favor no se le niega a nadie." Estoy de acuerdo con eso, pero siempre he dicho que las situaciones hay que evaluarlas en el contexto.

Recuerdo el caso de una estudiante que tuve hace mucho tiempo. Un día hablábamos del Carpe Diem, el tema literario que habla de la fugacidad de la vida. Ella empezó a llorar, porque ella moriría muy joven. Nos dijo que tenía cáncer. Conmigo llevaba una nota aceptable, pero con una de mis compañeras llevaba una nota de fracaso. Cuando terminamos el verano, mi compañera me dijo que tenía una disyuntiva. Le pregunté que cuál era. Me dijo que no sabía qué hacer con aquella joven, ya que ella no pasaría el curso. Le dije, no hay ninguna disyuntiva, tienes que fracasarla. Me dijo insensible, y me preguntó si yo no sabía que ella tenía cáncer. Le dije que eso era lo que ella había dicho. Pero le añadí que en el cielo no necesitaría una nota de ese curso. Y le dije más, si ella no muere, tú tendrás un problema de ética. Estuvimos discutiendo por casi media hora, hasta que la convencí de que le diera la nota que había sacado.

Un mes después me encontré con la estudiante. Estaba muy contenta, y me dijo que no se moriría porque no tenía cáncer. Que ella se lo había creído porque le habían encontrado una mancha en el pulmón, que resultó ser otra cosa. ¿Ven?

Las jóvenes diligentes tienen además lo que se llama asertividad. Hacer lo que tienen que hacer o decir lo que tienen que decir en el momento apropiado. No siguen el "ay bendito", y les dan el aceite a las irresponsables. Les dicen lo que tienen que hacer: vayan y compren, no sea que no dé para todas. Eso es lo que tenemos que hacer, aunque a la gente no le guste. Conceder y conceder malcría a nuestro prójimo. A veces lo hacemos con nuestros hijos, e hijas, o con nuestros amigos y amigas. Hay que dar la respuesta apropiada, porque lo que se hace con la gracia, es responsablidad de cada cual.

tiempo ordinario

Celebremos el Tiempo Ordinario
El Tiempo Ordinario de la Liturgia, ordinario no significa de poca importancia.


Celebremos el Tiempo Ordinario
Ordinario no significa de poca importancia, anodino, insulso, incoloro. Sencillamente, con este nombre se le quiere distinguir de los “tiempos fuertes”, que son el ciclo de Pascua y el de Navidad con su preparación y su prolongación.

Es el tiempo más antiguo de la organización del año cristiano. Y además, ocupa la mayor parte del año: 33 ó 34 semanas, de las 52 que hay.

El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres…así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario.

Crecer. Crecer. Crecer. El que no crece, se estanca, se enferma y muere. Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas. Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos. ¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto! El Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios, ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor!

El espíritu del Tiempo Ordinario queda bien descrito en el prefacio VI dominical de la misa: “En ti vivimos, nos movemos y existimos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos”.

Este Tiempo Ordinario se divide como en dos “tandas”. Una primera, desde después de la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma. Y la segunda, desde después de Pentecostés hasta el Adviento.

Les invito a aprovechar este Tiempo Ordinario con gran fervor, con esperanza, creciendo en las virtudes teologales. Es tiempo de gracia y salvación. Encontraremos a Dios en cada rincón de nuestro día. Basta tener ojos de fe para descubrirlo, no vivir miopes y encerrados en nuestro egoísmo y problemas. Dios va a pasar por nuestro camino. Y durante este tiempo miremos a ese Cristo apóstol, que desde temprano ora a su Padre, y después durante el día se desvive llevando la salvación a todos, terminando el día rendido a los pies de su Padre, que le consuela y le llena de su infinito amor, de ese amor que al día siguiente nos comunicará a raudales. Si no nos entusiasmamos con el Cristo apóstol, lleno de fuerza, de amor y vigor…¿con quién nos entusiasmaremos?

Cristo, déjanos acompañarte durante este Tiempo Ordinario, para que aprendamos de ti a cómo comportarnos con tu Padre, con los demás, con los acontecimientos prósperos o adversos de la vida. Vamos contigo, ¿a quién temeremos? Queremos ser santos para santificar y elevar a nuestro mundo.